ESCRIBIR NO ES
DIFICIL
Por : Héctor B. Ocampo V.
A pesar de que hemos aprendido desde niños a leer
y escribir, la actividad de redactar puede ser un poco tortuosa para algunas
personas, y sin lugar a dudas el oficio de escritor no es para todo el mundo.
Pero los que nos vinculamos al mundo intelectual, a la docencia, a la educación
y campos afines, con frecuencia nos vemos en la necesidad de escribir y manejar
textos. A continuación encontraremos algunas pistas para hacer de esta
actividad algo mas agradable y en lo posible mas
productivo.
Comenzaremos por el sindrome
de la hoja en blanco: para muchos escritores el problema de dar comienzo a un
escrito ha sido una experiencia bastante dolorosa. Algunos manifiestan haber
pasado años esperando a que llegue la inspiración para dar comienzo a su obra
maestra, claro que con frecuencia estos momentos los acompañan con tabaco y
alcohol, lo que les hace mas prolongada la espera.
En nuestro caso no necesitamos esperar la
inspiración, que es un drama mas cercano a la literatura, pues nosotros ya
tenemos adelantado el hecho de que sabemos sobre qué debemos escribir, y lo que
tenemos que decidir es solamente por dónde empezar.
Para esto es importante establecer y delimitar el
tema sobre el que vamos a escribir, tener claro qué aspectos se van a incluir
en nuestro escrito y que aspectos no vamos a tratar.
En este sentido es importante tener en nuestra
perspectiva los conceptos de subordinación y supraordinación.
Un tema, cualquiera que sea, puede ser tan amplio y confuso como uno quiera
hacerlo. Por esto debemos saber ubicar nuestro tema en el plano del
conocimiento, en qué contexto se encuentra nuestro tema, y cuales son los
conocimientos previos que toda persona que lo aborde, debe traer ya
clarificados. Pongamos un ejemplo simple: Si vamos a escribir sobre razas de perros,
la persona que aborde el tema debe tener ya claro que el perro es un animal, mamífero
y cuadrúpedo. Además debe saber que es un animal doméstico y conocer las
implicaciones de esto, o sea que convive con el hombre, comparte sus ambientes
y desempaña unas funciones. Si para hablar de las razas de los perros
comenzamos por los reinos de la naturaleza y la taxonomía biológica, seguramente
nos demoraremos bastante en llegar al punto en que trataremos el tema de las
razas de los perros. Estos son entonces los que denominamos “conceptos supraordinados”, de los cuales depende el concepto que
nosotros trabajaremos. También es un concepto supraordinado
el de perro como tal, aunque no sobraría hacer algunas aclaraciones iniciales
para facilitarle al lector su ubicación en el tema.
En este momento debemos tener en cuenta aquellos
conceptos que van de manera paralela al concepto que tratamos, y que se
relacionarán con nuestro trabajo aunque no serán nuestro objeto de escritura.
Podremos entonces definir lo que no es nuestro tema aunque se le parezca mucho.
Siguiendo nuestro ejemplo de razas de perros, diríamos que hay algunos conceptos
paralelos que podremos aclarar en nuestro escrito con respecto a que no son
nuestro objeto de estudio, por ejemplo los caninos salvajes como las hienas,
los dingos o los lobos, no son parte de nuestro
estudio y no trataremos de ellos en nuestro escrito. Tampoco hablaremos de
razas de gatos que son cuadrúpedos y domésticos como el perro.
En este punto podremos entrar a hacer un diagrama
con respecto a cuales son las grandes subdivisiones de nuestro tema, y con qué
nivel de profundidad trataremos cada uno de ellos. Los perros por ejemplo
pueden dividirse en perros de caza, de defensa y de compañía, y en cada una de
estas categorías ubicaremos a las diferentes razas y las describiremos con
detalle, contando por ejemplo con las medidas promedio, los colores, la
distribución del pelo, el temperamento y los cuidados propios de cada raza.
Hemos encontrado aquí entonces una ruta clara para nuestro escrito: iniciaremos
por una descripción general del perro, luego pasaremos a describir las categorías
y posteriormente pasaremos a tratar cada una de las razas.
Al terminar de hacer este trabajo, podremos sacar
unas conclusiones generales o unas vías de aplicación de los conocimientos
adquiridos, por ejemplo para que las personas decidan que raza de perro les
conviene comprar.
Los conceptos subordinados son los que se derivan
del escrito que desarrollaremos, pero que no están incluidos pues hacen parte
de un escrito posterior, ya sea que es mas detallado y
profundo o que es la derivación lógica de nuestro escrito, pero que sin lugar a
dudas hará parte de otra unidad didáctica. Para terminar con nuestro ejemplo,
diríamos que un tratado sobre los cuidados que se deben tener en la alimentación
de un perro, o las características que un criador de perros debe cuidar en sus
ejemplares de exposición, son temas de mayor profundidad y detalle, que no harán
parte de nuestra unidad didáctica.
Así las cosas, podemos comenzar a redactar basándonos
en un cuadro sinóptico o un flujograma que nos hemos
elaborado de nuestro tema. Veamos como sería este cuadro en el caso de nuestro
ejemplo:
Ahora podemos comenzar a elaborar el cuadro
correspondiente a nuestra unidad didáctica, o a lo mejor ya lo tenemos hecho.
Podemos además aprovechar los escritos que se han elaborado para actividades
relacionadas con la docencia, los apuntes que hemos tomado en charlas y
conferencias, y lo que los libros dicen, que puede ser una importante fuente de
inspiración. No se trata aquí de que escribamos un tratado como los que ya
existen, o que simplemente remitamos a los estudiantes a los textos de la
biblioteca. Lo que buscamos es facilitar el aprendizaje de esos textos que
ellos deben conocer y leer como parte de su formación. Por esto es bueno hablar
un poco del lenguaje que utilizaremos en nuestra unidad.
Como no se trata de reescribir
ni de parafrasear los textos ya existentes, es mas cercano a nuestra unidad didáctica
el lenguaje propio de nuestras clases, ese que utilizamos cotidianamente para
explicar.
Es un hecho que la escritura dista bastante de la oralidad, pero la oralidad es la
fuente de lo que se escribe. Al principio, las personas escribimos como
hablamos, incluso repetimos en los escritos las muletillas y los defectos de
dicción. Pero con la práctica frecuente, y sobre todo con el ejercicio de leer
y releer lo escrito, se llega a un estilo propio de escritura. Este estilo se
parece al que ya tenemos para dictar nuestras clases, pero debemos tener en
cuenta algunos aspectos como los siguientes:
-
Trataremos
de utilizar terminología sencilla, y en caso de que sea necesario el uso de términos
técnicos, debemos aclarar su significado antes de dar un continuado a este, lo
mismo sucede si usamos siglas, debemos escribir al principio lo que queremos
significar con ellas.
-
Cuidaremos
de no dar por entendido ningún elemento propio de nuestra unidad, solamente
daremos por sobreentendidos los que pertenecen a los conceptos supraordinados.
-
Manejaremos
el lenguaje de tal manera que el estudiante sienta que el computador “habla”
con él. En este sentido podemos ubicarnos pronominalmente, esto es, podemos
hacer que el computador y el estudiante sean del mismo “equipo” como estamos
haciendo ahora nosotros. También podemos tratarlo personalmente, y en este caso
se prefiere la segunda persona del singular, debemos tratarlo de “tu”, no de “ustedes”
o “vosotros” como hacemos en el aula de clase. De este modo el estudiante
percibe que el profesor, por medio del computador, le esta hablando
directamente. Este método hace sentir tan importante al estudiante, que con
frecuencia sigue el desarrollo de la unidad didáctica hasta que esta termina.
-
La
extensión del texto depende mucho del tema y del estilo de escritura del
profesor, pero no debe ser demasiado corto, no olvidemos que sentarse al
computador es un acto que requiere de una ceremonia previa, de una preparación
emocional que cada persona hace de manera involuntaria. Si estas ceremonias son
para recibir un texto supremamente corto y evidente, la persona percibe que ha
desperdiciado su tiempo (es como ir al cine, y que la película dure diez
minutos... ¿y eso fue todo? Es lo que nos preguntamos entre decepcionados y
ofendidos).
-
Cuando
el texto es bastante largo, podemos pensar en subdividir la unidad en dos
partes o mas, teniendo en cuenta la organización lógica de los temas y la
interconexión que debe haber entre ellas.
Seguramente el recorrer esta lección puede ser útil
para adelantar la tarea central de la elaboración de la unidad didáctica
relacionada con los contenidos. Se todos modos, debemos tener siempre en cuenta
que un texto que elaboremos es siempre perfeccionable, y que después de
elaborarlo y “probarlo” con el primer grupo de estudiantes, debemos hacer las
correcciones y adecuaciones que sean necesarias teniendo en cuenta lo que ellos
como usuarios nos reporten. No debe extrañarnos ni ofendernos el que digan que
les pareció confuso o aburrido, lo que debemos hacer es tratar de mejorar los
aspectos que ellos reportan para que nuestro producto sea cada vez de mayor
calidad.